miércoles, 15 de diciembre de 2010

INVIERNO. TIEMPO DE INTERIORIZACIÓN FACILONA

Hace días que no disfruto del placer de escribir pero disfruto del de leer lo que hacen otros amigos macrobióticos y de otras escuelas o multiescuelas.
Cada cual se ha ido reeducándose a si mismo con sus circunstancias, han alcanzado su grado  libertad  y han desarrollado su juicio. Luego lo expresan y desarrollan de diversos modos en beneficio de todos y del medio ambiente... No meramente para ganar dinero, buena fama, tener lujos, que los amen más, etc.
Esta mañana subí a mi FB una entrevista de José Luis Sanpedro, un hombre superviviente de la generación de mi padre y de mis queridos maestros Michio Kushi, Ven. Gueshe Tamding Gyatso Rimpoché, Raimón Panikkar y otros varios maestros que he tenido la fortuna de conocer, como el Dalai Lama, René Levy y algunos más. También de otros muchos que me han reforzado a través de su obra, desarrollada con gran esfuerzo, paciencia, valentía y perseverancia, como Vicente Ferrer, la Madre Teresa, Toni de Mello, Osho, Krishnamurti, Gibrán...
Pienso en todos ellos y me dan ganas de llorar de agradecimiento y cierta tristeza porque se mueren, como todos. Luego pienso en que ellos, a su vez, tuvieron sus maestros y los anteriores a los suyos y así, cientos de generaciones desde los míticos maestros antiguos, esforzándose en mantener encendida la llama de la libertar de la ignorancia y el espíritu iluminado en este mundo. Lo han hecho en medio de desastres, guerras, odios, dogmatismos fatales y también en épocas de más tranquilidad y florecimiento..... De dónde venimos?
.... ¿Adonde vamos? ... Todos somos a la vez maestros, padres, madres, hermano o hermana mayor, etc, de otros... Ejemplo o inspiración de otros, sea para fortuna o desgracia, para salud o enfermedad, para paz o conflictos... En fin, nada nuevo, nada que no sepamos ya. El caso es que se nos olvida... y bien olvidado está de vez en cuando para no vivir atados a dogmas... Pero conviene recordarlo de vez en cuando y esa generación de más de 80 años, desapegados de todo hace mucho tiempo, menos de su amor a la humanidad, a la verdad, a la justicia, a la libertad, etc., nos lo recuerda con la fuerza de la claridad y espontaneidad inocente, propias de un niño de corta edad.
A ver si llegamos muchos a los 100 años con esa claridad y la inocencia de no habernos traicionado ni vendido y haber realizado en nuestra vida todo lo que hemos soñado hacer. Lo que no se ha realizado es que no hacía falta o era perjudicial.
Cuando llega el invierno y la naturaleza se interioriza y nos interioriza es propicio regocijarse de lo que llevamos dentro y de limpiar o redimir fantasmas, si no encontramos regocijo. Además de comer más yang, más caliente, salado, más grano, más miso, más potajes de legumbres, etc., cantar villancicos más o menos pop, gospel, tradicionales... Es muy propicio leer y escuchar a nuestros abuelos sabios, mis padres. Si  así lo hacemos tenemos muchos más números para seguir siendo importantes o útiles cuando lleguemos a ancianos en vez de sentirnos un trasto inútil, una carga estúpida con culpabilidades y otros premios desagradables de gran parte de la población de 80 años.