domingo, 22 de enero de 2012

NO NECESITAR ES MEJOR QUE SATISFACER



Alguna de las varias tradiciones budistas identifica la paz con “acabar con la sed”... la sed de tener, la sed de hacer, la sed de ser… una sed que no se acaba si no que crece hasta la muerte, como si se bebiera agua muy salada. Crece con el tener “mas”, el hacer “más” o el ser “más”.
El “MAS” es uno de los grandes engaños de la educación dogmática y mántrica de la sociedad de consumo… A base de repetir sin analizar, se convierte en una respuesta automática.

Acabar con la sed de más y más significa necesitar satisfacer menos y menos. No es algo absoluto, pero se puede tender voluntariamente hacia una dirección o hacia otra.
Pondré un ejemplo de mi actual proceso en el PROA.
Antes de venir a residir físicamente a Aguinaliu “tenía” proyectos, estudios técnicos, estudios de costes, etc., todo ello condicionado por mi visión subjetiva residiendo cotidianamente en la sociedad de consumo, aunque fuera consumo ecológico.
Con los días y semanas de estar físicamente en Aguinaliu, he ido cambiando de visión y simplificando los proyectos, de modo que lo que costaba, por ejemplo, 10.000€, como derribar un viejo suelo y hacer uno nuevo, cuesta 20-30€, por no necesitar de derribo y poderse reparar con unos pocos sacos de yeso y reciclando algunos hierros.

Además:
  1. Me gusta mucho como queda.
  2. Me he librado de mucho esfuerzo para reunir esos 10.000€.
  3. Me gusta el resultado que ha quedado con un proceso muy simple.
  4. Me place el tiempo que he recuperado para escribir y contarlo.
  5. Me da gran satisfacción cuando observo que algún hermano humano se libra un poco de sufrimiento, simplemente por despertar de automatismo esclavizantes. Por ver su vida más fácil sin necesidad de tener más o hacer más, simplemente por cambiar su subjetividad como si apretara una tecla, click.
Todo este proceso no ha ocurrido a base de “luchar” o grandes esfuerzos o sacrificios. Ocurre suavemente, sin esfuerzo ninguno, con mera observación y confianza en la vida.
La vida cerca de la naturaleza y el silencio de Aguinaliu me ha cambiado y simplificado mi subjetividad y a medida que pasan las semanas aumenta mi tranquilidad y satisfacción sin necesidad de esforzarme mucho ni de grandes sacrificios. En todo caso, el esfuerzo es en no-hacer y observar mi insatisfacción y los factores que nutren esa insatisfacción. Al observar con atención esos factores, gracias al silencio y calma que hay aquí, puedo ir discerniendo entre lo que son necesidades fundamentales y lo que son necesidades artificiales, culturales, adquiridas y condicionadas por excesos de integración en las modas y valores de la sociedad moderna. Observar y ver lo que dejaron los antiguos vecinos que habitabas estas casas, su estilo de vida simple, sus soluciones baratas..

El silencio y la tranquilidad no son ningún valor en la sociedad de consumo, salvo si se pueden comercializar haciendo más, sin embargo, para mi y algunos más, son una riqueza mucho más fundamental que cualquier cosa que me ofrece la sociedad de consumo. Si me dieran muchísimo dinero, no montaría ninguna discoteca, bar, comercio, ni me pondría a viajar buscando aventuras o buscando nada externo a mi. Lo que deseo más es que los demás y el medio ambiente no necesite ser cuidado, entretenido, protegido por que no está enfermo, ansioso o amenazado.
Todavía no me he librado de la necesidad de vivir en un mundo de gente tranquila y satisfecha. Debe ser una de las necesidades fundamentales de las que no me puedo librar, como respirar aire sin radiaciones, agua sin venenos, comida tipo basura toxica, etc.
Si me dieran mucho dinero lo invertiría en una empresa de silencio para los demás, como Aguinaliu. Eso incluye la buena comida natural, aire más limpio, aunque ahora mismo no se puedan evitar que lleguen algunas radiaciones japonesas, rusas o de otros lugares secretos.

El silencio como producto comercial de gran valor... ¿Cuánto cuesta? ¿A como se vende? … El mismo silencio soluciona esas inquietudes socio-comerciales. Desapareciendo la inquietud desaparece la necesidad de respuesta o acción. Una no-necesidad más es también el camino del más, pero, en sentido contrario. Se regresa por el mismo camino de ida al ruido y las complicaciones del sufrimiento.

Otro de los grandes engaños es el mito del futuro. Sufrir como un mártir ahora luchando para conquistar un futuro cielo o paraíso o paz o justicia…
Cuando somos niños pequeños aprendemos a hablar, caminar y miles de cosas más, sin luchar, sin esfuerzo, sin martirio, sin afán de conquista. Si tenemos problemas de niño son los reflejos de los sufrimientos de nuestras madres, padres y entorno familiar y social, pero como somos niños inocentes o ignorantes no podemos hacer nada, salvo reaccionar mecánicamente, según la sabiduría natural de nuestro cuerpo para equilibrarse y seguir vivo… llanto, fiebre, diarreas, mocos…
Siendo adultos podemos cambiar las reacciones automáticas y dogmatizadas de miedo y lucha. Podemos hacerlo en el presente ahora, podemos dejar de pasar esa vibración negativa a nuestros hijos, vecinos, amigos… Se trata de dejar de sufrir y de ir de mártir o salva-lo-que-sea por la vida.
No vamos a librarnos de morir o de sufrir por sufrir más, tener más miedos o por ir asustando a los más inocentes. Lo más probable es que se acelere la muerte, las ganas de morir, de desaparecer… El asunto parece simple, pero no es fácil.
En el mismo caso del más, el silencio es el antídoto que absorbe como un agujero negro todas las preocupaciones temporales, los futuros, los pasados, los martirios, las luchas… El silencio es uno e inmutable. Los ruidos son infinitos, cambiantes, aparecen y desaparecen sin cesar.
En el mismo caso del más, volver por el mismo camino de ida es un proceso, pero, darse cuenta es un mero click.
Tras darse cuenta, "click",  la acción para tender hacia dejar de sufrir del todo, sin que ello signifique suicidarse o dejar este planeta forzadamente, siguiendo en este mundo con otra subjetividad… la acción es una no-acción, una observación tranquila de uno mismo como si el silencio nos observara. Algo difícil en medio del ruido urbano pero muy fácil en un sitio tranquilo, limpio, silencioso y solitario.

Estamos en un blog macrobiótico y parece que escribo mucho de la mente y no de comida, recetas, medicina y remedios naturales, de técnicas…
En los muchos años de macrobiótico en medio de la sociedad, montando centros de estudio, tiendas, restaurantes… nunca he podido librarme de sufrir ni he librado a nadie de sufrir, aunque me ha sido muy útil para aprender y soportar mejor la contaminación física y mental de la sociedad.
Cuando me ha tocado retirarme a sitios en la naturaleza y silenciosos… con comida buena, por supuesto, y con el conocimiento conceptual adquirido (comida mental), siempre he experimentado como todo se pone en orden, se simplifica, se tranquiliza, se armoniza, se dijiere…dejando de luchar, dejando de esforzarme y de preocuparme. Eso no es nada novedoso. Muchísima gente lo sabe desde hace siglos y lo ha experimentado. El camino de Santiago es algo útil en este aspecto. Un mes caminando en solitario y en silencio... El caso es que para estos tiempos que vivimos, el silencio me parece una necesidad a la que dedicar mucho más tiempo, esfuerzo y dinero:
  1. Tiempo de no hacer, aprovechando que aumenta el paro. 
  2. Tiempo de no luchar ni esforzarnos ni sufrir ni preocuparnos por consumir cosas, sean materiales o mentales.. hasta llegar a lo que es realmente fundamental. 
  3. Y tiempo para dedicar el dinero  en comprar silencio y tiempo libre de esclavitudes artificiales, para volver a una satisfacción sencilla, no condicionada por las modas y consumos.
En los casi 8 meses que llevo en Aguinaliu me he acondicionado suficiente espacio para mi propio confort sencillo y he hecho, con alguna colaboración ocasional, reparaciones para que no se caiga el resto de espacios que no necesito para mi mismo, pero que necesito para que los demás puedan venir y “curarse en silencio”…también comiendo bien, por supuesto. Es lo que me da más satisfacción.
No hay spa, bares, tiendas, cines... Quien viene con la perspectiva de un lujoso y comodón hotel, mucha actividad cultural, mucha gente y vida social “ecológica”, mucho “hacer”… O cambia su perspectiva o se va defraudado.
No todo el mundo hace fácilmente click y se da cuenta del valor del silencio, del no haber, no necesitar… hasta que llevan varios días. A mi me pasó igual, no es nada raro ni soy nada especial.
En ocho meses, la tranquilidad y el no necesitar se ha ido haciendo cada vez más fuerte y de ello deduzco que seguirá creciendo y en el futuro dejaré,, cada vez más, de pasar a los demás preocupaciones y pasaré más calma, seguridad y satisfacción. Si no ocurre así, tendré que replantearme lo que estoy haciendo, pensando, comiendo, etc., pero eso no me preocupa en absoluto. Mi ocupación es ir acabando con cualquier preocupación residual, sea haciendo o dejando de hacer lo que toque cada día y a cada momento.

Isabel F., vino un rato (rato= unas horas o minutos, para los que no hablan español) de visita y dedujo que como no me gustaba este mundo pues me había puesto a inventar otro distinto.  Cuando vino, llevaba yo residiendo 1 mes en Aguinaliu y seguramente pasaba esa impresión para una mente perspicaz y observadora como la de I.F. ... A ver cuando me visita de nuevo y qué observa.
Me veo en los demás cuando me vienen a ver y cuando miro por la ventana y veo la solida  montaña de delante, con su variedad cromática por la vegetación y la luz del sol a lo largo del día… veo estabilidad, limpieza, firmeza, calma, nada que perseguir, nada de lo que huir, nada de lo que preocuparme… un sólido silencio, lindo, vivo y colorido.
Aaahh!! Que domingo tan bonito!!

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